Una carta dedicada a mis lectores
- Rob Sperling
- 24 abr
- 2 Min. de lectura
Escribir es una paradoja en sí. Liberamos nuestra alma en una página para no tener que volver a pensar en ella. No se trata de guardarla en el sótano donde hay telarañas y huele un poco a humedad. Es solo dejarla descansar en un lugar en el que no estorbe. Pero al hacer eso nos consumimos en ella y permitimos que nos consuma a nosotros. Por esta razón, creo yo, es que los autores tienden a tener un ego alto.
Aquel que busca probar su valentía honesta y eterna, que no me muestre cómo apunta su espada a un león. Que me muestre cómo apunta su pluma a una hoja en blanco.

Ahora que ya nos conocemos íntimamente, o por lo menos tú a mí, podemos hablar de un tema interesante. ¿Qué diablos hago aquí? Te explicaré. En la pequeña pantalla por medio de la cual estás leyendo esto, pasan muchas cosas. Resulta que ni el anfiteatro más grande del mundo podría permitirme hablarle a todos, especialmente a ti.
En estas cartas podré compartir tips de escritura, noticias, eventos a los que haya asistido, historias cortas, poemas, ensayos sobre todo tipo de temas, en fin... Cosas interesantes.
A cambio de eso no te pediré una subscripción o uno de esos planes macabros de negocios para que de repente veas mi caras en anuncios por doquier. A cambio solo pido que, si algo de lo que escribo mueve aunque sea una pequeña cuerda en tu ser, compártelo.
Si lo compartes, alguien más puede pasar por lo mismo, y de cuerda en cuerda se hace un concierto.
Por ahora, agradezco que te tomaras el tiempo de leer esto, y agradezco de antemano que leas cualquier otra cosa, sea mía o de alguien más.
Se despide, Rob Sperling.










Comentarios